Lo importante no es todo lo que das, sino todo el amor que pones al dar
Hola, somos Magdalena y Javier, un matrimonio que hemos crecido como tal en el seno de la parroquia del Cristo de la Misericordia en Valdepeñas. Yo vengo de Ciudad Real y Magdalena de Linares. Nos casamos en 2002 y el Señor nos ha bendecido con tres hijas, dos mellizas de 14 años y otra hija de 11. Los dos trabajamos en Valdepeñas y sin arraigo anterior a esta parroquia del Cristo, hemos encontrado en ella nuestra familia cristiana, aquí hemos aprendido lo que significa ser parroquia. Hemos sentido y rezado las alegrías y las penas de los componentes de esta familia y han sentido y rezado las nuestras. Aquí hemos encontrado una Casa de Dios abierta siempre para hacer la oración o una simple visita al Santísimo, la ayuda y formación donde crecer en la fe como matrimonio, donde formar a nuestras hijas en los valores cristianos. Donde sentirnos útiles haciendo apostolado como catequistas y donde participar activamente o económicamente en los proyectos de la Parroquia.
Solo con entrar por la puerta del templo te das cuenta de que nuestra parroquia, como todas, necesita ayuda para la realización de las actividades que la caracterizan y dan sentido a su misión de culto a Dios, evangelización o apostolado y, también, ayuda al necesitado. Esta misma misión es la que debemos tener cada uno de nosotros como cristiano. Por mucha voluntad que tengamos, solos no somos capaces de realizarlo, y es en el seno de la parroquia donde, gracias a los dones que aporta cada uno y con la gracia que Dios nos da, sumamos hasta formar un cuerpo capaz de crear vida y Evangelio viviente. Así, al menos, nos gusta enseñárselo a nuestras hijas y vivirlo como esposos.
Hay quien puede aportar su tiempo, un bien muy escaso en los días que vivimos, para ayudar a limpiar, para ayudar en Cáritas, para ayudar en el apostolado de catequesis, participar en el coro, o capacidad de organización para cada uno de los servicios de la parroquia de los que disfrutamos todos.
La aportación económica aunque es secundaria a lo anterior forma parte esencial de las necesidades de la parroquia. El aportar en la medida de las posibilidades de cada miembro es un acto de necesidad para el que es ayudado, de justicia al devolver lo que primero Dios nos ha dado a nosotros y de alegría por la libertad que da el saber desprendernos de lo que no necesitamos. Es en el seno de la parroquia donde mejor somos conscientes del fruto de estas aportaciones, algunas porque redundan en nosotros mismos en forma de acondicionamiento de los medios e instalaciones para el desempeño de las actividades que organizamos (luz, calefacción, seguros, flores,…) y otras porque conoces directamente la necesidad o el proyecto para el que aportas.
Finalmente, lo que más necesita una parroquia es rezar por ella y sus proyectos. De esta manera todos, hasta el menor de nosotros o los niños más pequeños, podemos participar en ella. Nadie es tan pobre que no pueda entregar al menos una de estas tres cosas o las tres a la vez: tiempo, aportación económica y oraciones.
Nos gustaría acabar como una frase atribuida a la santa Madre Teresa de Calcuta “lo importante no es todo lo que das, sino todo el amor que pones al dar”. Así lo vivimos nosotros y vemos que mucha gente de nuestra Parroquia.
Magdalena y Javier