Una Parroquia que es Acogida
Somos Salvador y Patricia, un matrimonio natural de Jaén que, por motivos laborales, residimos en Valdepeñas desde hace nueve años.
Tenemos tres hijos y somos feligreses de la Parroquia del Cristo de la Misericordia desde que llegamos, ya que nos pertenecía por la zona donde vivimos. Con el tiempo, la parroquia se ha convertido en nuestra segunda familia; y eso ha ocurrido porque en esta parroquia se cuida mucho la Acogida. Es importante para un matrimonio joven con dos hijos que vive fuera de su tierra y alejado de su familia más cercana encontrarse una buena Acogida como la que nosotros hemos encontrado en el Cristo.
Actualmente pertenecemos al grupo de matrimonios y, como mi esposo es profesor y por su trabajo debe evaluar, nos gustaría dar una muy buena puntuación en generosidad a la hora de acogernos y de plantear los encuentros mensuales y las reuniones que se han venido celebrando hasta la aparición de la pandemia, sin olvidar cuánto bien nos hicieron como familia las misas y retransmisiones de Youtube en tiempo de pandemia y confinamiento en casa.
Nuestros hijos mayores están en los cursos de catequesis de 1ª Comunión a la que también nos gustaría agradecer y valorar la atención que se da a los niños y la formación de las catequistas, así como la preocupación por su aprendizaje y por el seguimiento realizado a los niños y a sus familias durante la pandemia.
En estos años en Valdepeñas, Dios nos ha bendecido, por intercesión de San Juan Pablo II, con un nuevo hijo nacido en plena Pandemia y hemos querido que nuestro hijo pequeño fuera hecho hijo de Dios en esta parroquia que tan bien nos ha acogido en una ceremonia muy emotiva y cuidada como tantas a las que asistimos cada domingo.
Es digno de agradecer el que nos faciliten el acudir a la parroquia con los niños, en nuestro caso pequeños y muy movidos. Aquí nunca recibimos ni un mal gesto ni una mala palabra, aun sabiendo cómo son nuestros niños con el ruido y la impaciencia; al contrario, todos han sido muy comprensivos, tanto el sacerdote como los demás miembros de nuestra familia parroquial.
En conclusión, nuestra experiencia en la parroquia no solo es positiva, sino que ha hecho renacer en nosotros un cariño que solo podemos identificar con el Amor de Dios y su Misericordia. Por todo ello, animamos a conocerla y participar en ella donde, como nosotros, seguro que seréis muy bien acogidos.