Nuestra Familia Parroquial

Somos Julián y Sara, un matrimonio de esta parroquia del Cristo de la Misericordia y queremos contar nuestra experiencia como miembros de esta familia parroquial, como nos gusta llamarla.

Tras nuestro matrimonio, nuestra familia creció y ahora tenemos tres hijas. Hace ya nueve años una de ellas empezó la catequesis, en el “despertar religioso”, y bendito nombre porque eso fue lo que nos ocurrió: despertó nuestra Fe.

 

Yo, Sara, que era la que acompañaba a nuestra hija, tenía la obligación de ir a misa cada domingo y al principio era solo eso, una obligación. Pero poco a poco sentía cómo cada día estaba más atenta a la Palabra de Dios y que algo iba cambiando dentro de mí. Pasaron los años y Julián, mi esposo, que de joven había sido costalero del Santo Cristo, empezó a acompañarme y a sentir lo mismo que yo y su fe también se despertó de otra manera distinta a cuando era costalero. A partir de ese momento ya nunca queríamos faltar a Misa.

Pasó el tiempo y todo nos iba mucho mejor, hasta que Julián perdió el trabajo y por esa situación empezamos a pasarlo realmente mal económicamente, ya que yo tampoco trabajaba en ese momento. Entonces alguien de la parroquia, que colaboraba en Cáritas, nos animó a que nos acercásemos a contar nuestro problema y nos dijo que nos ayudarían; aunque nos costó mucho, viendo que la situación no mejoraba y superando la normal vergüenza y prejuicios, nos acercamos. Allí nos sentimos acogidos, nos trataron con mucho cariño y comprensión. Nos ayudaron durante unos meses y gracias a eso pudimos pagar algunas facturas y, sobre todo, conseguimos que a nuestras hijas de 15, 11 y 8 años no les faltara un plato de comida en la mesa, que era muestra mayor preocupación como matrimonio y padres.

Nosotros seguíamos acudiendo a misa cada domingo y en esta Parroquia nos sentíamos cada día más queridos, la gente se preocupaba por nosotros y nos sentíamos como en familia. Uno de esos domingos alguien me llamó y me dijo: “llama a este teléfono que necesitan a una chica para trabajar y yo les he hablado de ti”. De esto hace ya tres años y allí sigo trabajando. Julián también empezó a trabajar casi al mismo tiempo y estamos convencidos de que fue gracias a Dios y a los rezos de mucha gente, que nos decía que en sus oraciones se acordaba de nosotros.

A día de hoy nos sentimos parte de esta Parroquia del Cristo y colaboramos en ella como personas de acogida y orden y en el ropero de la Obra Social, en agradecimiento a Dios por cuidarnos y a las personas que Él puso en nuestro camino para ayudarnos. Nuestras hijas también colaboran en lo que se les pide y les encanta sentirse parte de esta Parroquia y de su proyecto.

Cada domingo y también algunos días de diario, según podemos, nosotros como matrimonio y nuestras hijas acudimos a Misa, escuchamos la Palabra de Dios, vemos crecer nuestra Fe y nos sentimos muy queridos por Dios. Sólo podemos darle gracias por habernos acercado a su Divina Misericordia y por haber puesto esta parroquia en nuestro camino, una Parroquia que ahora llamamos NUESTRA y en la que nos sentimos como en casa y, sobre todo, en familia.